CuratOría Personal

Apego

Óleo sobre madera. Pintura costumbrista que habría inspirado la famosa canción que ensalza a la civilización incaica: “La vasija de barro”.

Se selecciona en esta curatoría por relacionarse con las raíces, lo materno y también el apego por la cultura y lo ancestral. Es posible vincularlo a la reflexión del espacio seguro y cálido como el vientre materno.

Óleo sobre lienzo.

Podría relacionarse con un apego de tipo seguro, donde madre e hija están cerca, pero cada quien realiza una actividad de su interés con lo que podría apreciarse como calma y tranquilidad. Esto podría abrir un diálogo sobre la relación con nuestro madre/padre/cuidador-a en la niñez.

Miden entre 1,5 y 10cms y están hechas con palos de helado, palos de fósforos, tela de algodón, tela de aguayo y lana de diversos colores.
Me parece muy valiosa la narrativa que envuelve a estos mini amuletos textiles. Toman el lugar de un objeto transicional al que se le entrega diálogo, expresión y externalización de los pesares. Como oportunidades, se les podría adjudicar nuevas funciones, como escuchar tus miedos, pasiones, deseos o logros.

Óleo sobre tela.
 
Esta obra es relevante para mí porque la asocio estrechamente con las personas a quienes yo realmente considero hogares. La utilizaría para invitar al diálogo sobre el apego en la familia elegida, o como dice una amiga, no la familia biológica, sino que la lógica. Abre espacios para dar cabida a la amistad y los significados personales, generacionales, culturales e históricos de este concepto.

Separación

 
Madera y pigmento. 
 
Proviene del pueblo de Senufo, al norte de Costa de Marfil.
Estas esculturas están relacionadas con Poro, una sociedad a la que los hombres de Senufo se unen mediante una iniciación. Esta tradición incluye participación en actividades, ceremonias y ritos de paso diseñados para dar lecciones sociales, morales, religiosas e intelectuales. La figura de un pájaro tiene como fin proteger a estos jóvenes a medida de que atraviesan estos ritos. Probablemente el pico largo recuerda a un pájaro cálao con casco amarillo, una de las especies encontradas en el área del pueblo Senufo. Se considera el líder de los demás pájaros y se vincula con un símbolo de poder intelectual, sabiduría y autoridad. 
A partir de esto, se puede indagar en los ritos de paso de la cultura propia y los símbolos relacionados con los animales. Además, se podría abrir la exploración hacia la búsqueda del ‘animal espiritual’. 

Esta serie de fotografías y narrativas, habla de la condición humana en lugares penosos, en tiempos difíciles. La artista estás interesada en capturar historias que son un testamento de coraje. Quiere capturar al hombre que es capaz de hacer cualquier cosa para tener una mejor vida. Estas imágenes se enfocan en el viaje de la persona migrante y el momento de nada/vacío cuando cruzan estas fronteras. Las personas migrantes han dejado su pasado, pero no han llegado a su tierra prometida y futura, están existiendo en el límite de dos mundos que intentan existir. Con estas piezas, se puede reflexionar sobre lo que permanece, los objetos que pueden estar aquí y allá, para hacerte sentir en un hogar, lo que haría más amigable un lugar liminal. 

Papel blanco recortado.

Se relaciona con la tercera fase de los ritos de paso según Arnold Van Gennep, el ‘regreso’. Esta obra ofrece posibilidades para indagar en la bienvenida a nuevas miradas, la reconstrucción personal y tal como dice la obra, los nuevos comienzos. 

Pérdida

Intervenciones en frutas y verduras. Serie de Esculturas efímeras.
 
En palabras de la artista: “que la obra definitiva esté realizada con material vivo y perecedero nos puede hacer reflexionar sobre lo efímero en la vida, además es una obra que estará variando su aspecto, que va a ir mutando según pasen los días y finalmente quedarán algunos restos, como pueden ser las semillas y los objetos que se le han incorporado, es decir sólo quedará el cadáver de la pieza. Los artistas nos preocupamos mucho por los materiales que utilizamos para que sean lo más duraderos posible, aquí se pretende invitar al espectador y/o coleccionista de arte a que disfrute de la obra en cada proceso, de sus cambios y finalmente de sus restos y salga de ese afán consumista que nos envuelve, que nos induce a poseer objetos de belleza eterna”.
Esta obra también podría funcionar para trabajar separación, pero el concepto de los cambios físicos inminentes con el paso del tiempo, puede abordarse desde la pérdida y el duelo.
 
Un montón de sillas dentro de una habitación podrían ser solo eso, un montón de sillas. Pero Esther Ferrer no quiere que quede ninguna duda; no le interesa la ambigüedad cuando el mensaje tiene que ser claro: por eso, en medio de las 62 sillas de su instalación en la exposición Cuando cambia el mundo: Preguntas sobre arte y feminismos, en el Centro Cultural Kirchner, un maniquí sostiene un cartel que explica que hay “una por cada femicidio ocurrido en 2021”. Así, 62 sillas se convierten en el espacio que deberían estar ocupando 62 mujeres que ya no están, que fueron asesinadas.
Se puede abrir un diálogo acerca de los espacios vacíos, de la impronta física que deja algo o alguien que alguna vez estuvo y reflexionar sobre las causas de eso, desde el feminismo, así como también cómo sigue la vida.
Gouache, papel, arcilla polimérica, tela, algodón, madera de balsa, cuerdas y cables.
 
 
Estas esculturas miniaturas representan el lugar donde una persona perdió la vida; las animitas. Desde el sentido folclórico y popular, se decora el espacio con elementos significativos para la persona, con la atención de seguir embelleciendo y cuidando ese espacio. Es un ritual para demarcar un espacio significativo que podría tener su origen en los conocidos ‘mojones’. Esto podría inspirar un diálogo para generar rituales de reunión de elementos identitarios en un lugar significativo y despedir a una persona o a parte de una persona (incluso de una misma). 
 
Cerámica vidriada y agua.
 
Colección de diez piezas de cerámica basadas en una cámara de tumba y fuertemente influenciada por los descubrimientos arqueológicos de la dinastía Qin, así como también de la dinastía Han y sus trajes de entierro de jade. 
La artista ya había mostrado interés en la mitología Taoísta, pero fue después de la muerte de su madre, que —como parte de su proceso de duelo— comenzó a explorar diferentes rituales de funerales y entierros que tenían una mirada positiva.
A partir de esto, se puede resignificar el concepto de pérdida y duelo, y generar propios amuletos para las cámaras de entierro.

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